¿Quién fue Alfon?

Vamos a devolvernos unos años atrás, cuando todo era más divertido, cuando la vida únicamente se trataba de fiestas, novias, básquet y música reggae.

Alfon era el adolescente que todos queríamos ser. Era una estrella del baloncesto, era el capitán de la selección nacional sub-17. Pertenecía a buena familia, con solvencia económica, su papá fue Alcalde y Diputado. Tenía una novia que en ese entonces era la más guapa del colegio, y era mayor que él (en el colegio eso tiene importancia). Y a pesar de todo, era un excelente estudiante (mejor que yo).

Con un liderazgo nato y un amor por la vida, Alfon se rapaba la cabeza y toda la generación se cortaba "pelón" como él, fuimos la generación de pelones del cole (yo nunca me corté pelón porque me lucía horrible). Todos escuchando reggae y asistiendo con él a los conciertos del momento.

Fuimos compañeros y amigos desde la escuela: desde que me pegó un puñetazo en la cara por quitarle la bola en un partido de fut en tercer grado, hasta cuando bailamos “Sentimientos” frente a todo el cole vestidos de Ragga by Roots (Él era Roba, Lobo era Huba, Tuto era MrG y yo era Paco).

Tenía una estatura promedio, pero los amigos de él de “la sele” medían como 2 metros, por lo que él siempre quiso ser alto. Siempre me decía: yo con su estatura me inyectaría carne y pasaría jugando de vivo todo el tiempo.

Probablemente la persona más competitiva que he conocido, odiaba perder, y siempre hacía sin dudar todo lo que tuviera al alcance para lograr una victoria.

Alfon tenía esa admirable seguridad para hacer las cosas, siempre sabía hasta donde podía llegar, sin tenerle miedo a nadie. Muy seguro de lo que quería y cómo lo quería, muy seguro de lo que valía.

Entre las tardes de pizza en la casa de él, las mejengas de básquet, las idas a las cataras y las batallas de rap que nos echábamos en clases, un día Alfon nos sorprendió con una noticia increíble: tenía un tumor cerebral.

Alfon en su condición, seguía asistiendo al colegio y seguía con su vida. Cuando nos indicó que partía para la cirugía, lo abrazamos y le deseamos la mejor de la suertes. A pesar de ser una operación muy riesgosa, en el fondo yo no tenía ningún miedo, sabía que sobreviviría. Y así fue. 

Una mañana de vacaciones en Julio, me encontraba durmiendo, y me despertaron los gritos de mi mamá, indicándome que se había incendiado el Hospital Calderón Guardia. Pocos minutos después, la noticia que nadie quería escuchar: Alfon no había podido escapar.

...

Recuerdo ese funeral, la iglesia de Turrialba llena a reventar. En filas nosotros sus amigos, sin estar listos para darle el adiós. Ese día lloré, y lloré muchísimo. Nunca lo hago porque mi papá me enseñó que los hombres no lloran, pero me dolía mucho. Me dolía enterrar un amigo, enterrar todo lo que Alfon significaba (y todavía significa).

Aprendí que la vida es algo demasiado volátil, que realmente nada evita que partamos en cualquier momento. 

El otro mes se cumplirán 10 años desde la partida de Alfon, pero aún hoy, sigue vivo.



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